Quería comentarles que las Jornadas del viernes y sábado fueron muy interesantes. En ellas se presentaron dos tipos de trabajos que estaban articulados entre si, unos fueron más acordes con relación al título “Intervenciones clínicas de Freud y Lacan en torno a la Transferencia” y los otros giraron en relación al Banquete y su articulación con el seminario VIII.
Esas dos temáticas las vamos a continuar trabajando en la Escuela, dentro de la estructura del seminario Lacan y el Banquete por una parte, alternando con la sección clínica donde se presentarán los trabajos en relación a las “Intervenciones de Freud y Lacan …”. Esto me parece interesante ya que en las Jornadas hay un tiempo acotado para cada trabajo y aquí vamos a poder explayarnos sobre el tema.
En la sección clínica se presentarán los trabajos de las mesas del día viernes donde expusieron Mary Quiroga, Omar Castellani y Alejandra Buttiler, por una parte y el trabajo de Adrián Molinaro y el mío en relación a Hilda Doolittle. También la mesa del día sábado, con Viviana Cuevas, Clara Álvarez, Gabriela Díaz y Alexis Morales.
En cuanto a la temática del Banquete ya he hablado con Rafael Casajús, Delia Bournissen, y Raúl Vidal quienes van a presentar sus trabajos en el marco del seminario el Banquete.
Éstas son las dos líneas de trabajo, complementarias en definitiva: el trabajo en relación a la práctica, en la sección clínica y el abordaje de los discursos del Banquete, en la estructura del seminario
Si les llegó el correo les anunciaba lo que iba a abordar hoy: el título comporta un exceso, una demasía. Por lo tanto voy a intentar sólo una aproximación al tema que titulé De los dioses, la mujer y la muerte en la tragedia griega. Estos campos tan extensos voy a intentar reducirlos articulándolos a uno de los discursos, el inicial, el de Fedro. Recuerden que en el Banquete, el Simposium que es la segunda parte, allí donde se regula como se va a beber, Fedro es aquel que propone realizar elogios en torno al tema del amor.
Los elogios son dispares, duplicando la disparidad del amor. Recuerden, en el discurso de Fedro, el Amor es tomado como el dios más antiguo y después en el transcurso del Banquete, Platón se va interrogando si se trata de un dios o no.
Cuando llegamos al discurso de Sócrates, recordarán el mito que forja Platón respecto a que la fecha de concepción de Eros coincide con en el nacimiento de Afrodita.
Eros al que hace referencia Platón en el discurso de Sócrates, no tiene la misma entidad que el Amor primordial que enuncia Fedro basándose en la Teogonía de Hesíodo.
También implica una condición disímil con la temática inmediatamente posterior en los discursos, donde están en juego las dos Afroditas, la celestial o Urania y la vulgar o Pandémica. Son diversas formas de nombrar Amor o nombrar Eros.
El Amor como primordial, el discurso de Fedro lo toma fundamentalmente de la Teogonía de Hesíodo. El discurso de Fedro, es el discurso teológico, religioso, en torno a los dioses, una primera aproximación a lo que les anuncié.
La segunda temática que abordaré es la de la mujer. Lacan leyó, en la parte final del Banquete, la irrupción violenta de Alcibíades en la escena del Simposium, algo elidido por los comentadores, los escritorzuelos, estos curitas que fueron transmitiendo el Banquete- y diría que nosotros los analistas y comentadores de Lacan hemos hecho como una segunda elisión respecto al tema de la mujer, tema elidido esta vez por la fortaleza del comentario de Lacan respecto a la irrupción de Alcibíades.
Uds. verán que en las dos primeras reuniones hice hincapié en la temática de la mujer e incluso en un detalle: al inicio del Banquete la flautista es dejada de lado, enviada a la cocina. Y cuando aparece Alcibíades en escena, ingresa con una flautista. Aquello que es dejado de lado, reaparece. Como Lacan señala: “Espanten lo natural, vuelve al galope”.
La tercera de las temáticas es la de la muerte. En el discurso de Fedro todo el tema de las sustituciones que van a estar en juego, tiene como eje la sustitución de Alcestis en relación a Admeto pero también y fundamentalmente de Aquiles y Patroclo y comportan una interrogación en torno a la muerte.
Además, cuando anuncio en la tragedia… tengo que rectificarme porque es excesivo anunciarlo de tal modo, no es algo que pudiera abordar en una reunión. Sí voy a hacer algunas puntuaciones respecto de Las Bacantes y Alcestis de Eurípides, para hablar de la tragedia en general.
Sí quiero remarcarles que aquello que situamos como dimensión trágica en la tragedia griega tuvo una condición efímera, porque cuando digo… en la tragedia griega… no me estoy refiriendo a la actualidad de la tragedia, ni tampoco a algún siglo de producción posterior al siglo V a.C. Me estoy refiriendo a ese siglo cuando la tragedia nace, florece y se aniquila en Atenas. Es en el siglo V donde localizamos la cuestión dramática en la tragedia griega.
¿Por qué hago esta puntuación de la aniquilación de la tragedia? Porque para situar la condición dramática de la tragedia griega, tenemos que localizar algo que se da marcadamente en el registro de lo que allí se despliega y desarrolla, quiero decir que en este siglo, dentro de la tragedia se va a dar la dimensión de la construcción de la ley, del registro jurídico y también una interrogación respecto a la temática de los dioses y de la relación del hombre a la mujer. El momento trágico es aquel en el que se abre en el corazón de la experiencia social una fisura marcada entre las tradiciones míticas y divinas por un lado y el pensamiento jurídico y político por otro.
Solón en una de las primeras representaciones teatrales, Solón que es el hombre de la ciudad, aquél que está construyendo la dimensión de la polis en base a la moderación, que es el padre de la democracia con la construcción jurídica en juego, se retira indignado porque piensa que esto podría tener efectos nocivos en la edificación de la polis.
El universo espiritual se hacía presente en las representaciones figuradas de lo divino y aparecen las discordancias, las tensiones internas, las contradicciones, dado que el drama trae a la escena el mundo legendario, un mundo no tan lejano para las formas políticas nuevas
Un siglo después cuando Aristóteles nos habla de Ágaton, el poeta trágico en el Banquete, dice que en él la tragedia ya depende de la imaginación del dramaturgo, allí ya concluye la tragedia, en el sentido que no se juega su condición dramática.
Se impone el asunto dramático cuando aún se está construyendo la ley, la jurisprudencia y es en el juego del héroe, el coro y el público donde se da un pasaje de la ley divina, de los dioses, a la ley de la ciudad.
Entonces la tragedia se puede adjudicar a ese siglo, cuando Solón se retira enojado, colérico porque esto está tan cercano que podría tener efectos negativos sobre la ciudad. Un siglo después, con Ágaton, ya es la imaginación del dramaturgo y no los hechos reales y concretos, no la presencia de los dioses, las leyes de los dioses, en contraposición a lo que se está construyendo que son las leyes de la ciudad.
Es decir, el dramatismo de la tragedia va a depender de algo que se va construyendo en ese momento, que tiene su fuerza y que no es sólo una obra de arte, sino una institución social que la ciudad coloca al lado de sus órganos sociales y políticos.
Cuando me refiero a la tragedia, me refiero a ese momento, a ese siglo, a ese espacio acotado y dentro de él voy tomar a Eurípides en relación a Las Bacantes o a Alcestis.
Cuando Fedro, al inicio de su discurso, dice que el Amor es el dios más antiguo el dios más grande y admirable entre los hombres nos dice, que ni poetas ni prosistas lo mencionan, el Amor no tiene padres.
En la Teogonía Hesíodo afirma que en primer lugar lo que existió fue el Caos y que luego surge el Amor. Y Parménides dice respecto de la generación: Fue Amor el primero concebido de todos los dioses.
Lacan toma el Poema de Parménides en varias ocasiones - Jean Beaufret analizante de Lacan es quién contactó a Lacan con Heidegger - quien destaca que la diosa que da origen al amor es la Verdad, la verdad en su estructura radical.
En las primeras líneas del discurso de Fedro encontramos la temática de la diosa, que en Parménides es la Verdad.
En Hesíodo lo que se destaca en primer lugar es una Abertura, es la Noche, la nocturnidad, es el Caos, es lo indeterminado, lo que no tiene límites, la imprecisión.
Tenemos en primer lugar aquello que es nombrado como una Abertura y esa abertura es nombrada Caos. En un segundo momento surge - en la Teogonía- la tierra, nombrada Gea, en contraposición a la Abertura, al Caos. Es el piso sobre el cual se van a desplegar los hombres, los animales, las plantas, que van a encontrar su límite y su creación, los océanos y las montañas que se erigen hacia el cielo. La tierra tiene su firmeza y su límite, en oposición a la Abertura inicial.
Pero, en la Teogonía, en la profundidad de la tierra, vamos a encontrar también lo nocturno, la noche, la abertura, esta dimensión del abismo, el Caos va a residir en la profundidad misma de la tierra.
Luego lo que surge es el Amor, el amor es el dios más antiguo como dice Fedro, es el amor primordial que tiene esa condición primera cuando aún no están presentes ni el hombre ni la mujer, no está presente esa división, ni está el marco del deseo. Luego, en relación al hombre y a la mujer, se produce un deslizamiento del amor primordial y vamos a tener una otra referencia al amor, una otra condición del amor.
Fedro se refiere así al Amor primordial que surge luego del Caos y de Gea, la tierra y es el dios más antiguo.
Luego en su discurso destaca el amor homosexual e incluso Lacan lo remarca, este amor que se da en toda Grecia, con sus diferencias, siendo marcada esta práctica en Tebas y menos marcada en Atenas donde está prohibida y como está prohibida se realza su valor.
En el seminario VIII Lacan destaca este amor de los tebanos formidable en la batalla porque el tema del honor o la deshonra era lo que estaba en juego, porque el amor era un bien y relaciona esta virtud con el honor, evitando la deshonra.
Por lo tanto el amado, el erómenos y el amante, el erastés, estarían en relación al Bien y la Virtud marcadas por el Amor: Imagínense un ejército de amados y de amantes, sería un ejército invencible porque estaría el honor en juego y no la deshonra. Porque un amado o un amante podrían ser deshonrosos y no tener ningún tipo de vergüenza en relación a sus padres, hijos, familiares o amigos, pero sí la tendrían en relación al amado o al amante.
La batalla de Queronea, episodio muy destacado por los tebanos, es aquella en la que en el campo de batalla se muestra salpicado de cadáveres agrupados de dos en dos, abrazados el amado y el amante muertos en la contienda. Una imagen fantástica de los cuerpos hermanados.
Adviertan la distancia con “Hiroshima mon amour”, la temática del soldado alemán que muere en el combate y la protagonista abrazada en la noche al cuerpo del amado muerto.
Marguerite Durás, aisla la experiencia de no morir de amor; si bien tenemos toda la temática de ser señalada como aquella que ha traicionado y es rapada en castigo, no está la experiencia de morir de amor.
En Fedro, por el contrario, se trata de morir de amor.
Van a constatar cómo después Lacan no sólo va a hablar del erómenos, sino que va a destacar el erómenon y hay allí un salto formidable al situar el sentido neutro, porque el erómenon en definitiva es el objeto, la localización del agalma en Sócrates por parte de Alcibíades.
Son tres ejemplos los que nos otorga Fedro. El primero es el de Alcestis, esposa de Admeto. En la tragedia de Eurípides, Alcestis es retomada en relación al mito y advertimos nuevamente como la estructura del significante, la estructura de la palabra, aquello que va a ser la episteme griega, tiene sus límites, hay algo que la palabra no puede alcanzar, algo indecible y por eso la recurrencia al mito.
A lo largo del Banquete una y otra vez cuando la palabra se muestra insuficiente se apela al mito. Que se recurra al mito implica que algo del orden de lo real se va a manifestar, por eso hice esta referencia a los dioses en la tragedia, que implica algo del orden de lo real. Lacan le pregunta a su audiencia ustedes qué creen, cuando estoy hablando de los dioses, a qué registro me refiero a lo simbólico, a lo imaginario, a lo real. Se da una respuesta: me estoy refiriendo a lo real, manifiestamente a una revelación de lo real. Esta revelación es lo que la filosofía y la ciencia tratan de escatimar y el cristianismo también, porque en la medida que la ciencia va hacia lo simbólico trata de escatimar la revelación de lo real y exactamente lo mismo en el cristianismo porque si bien está en juego la idea de la revelación, ésta va deslizándose hacia la temática del logos.
Por lo tanto, el lenguaje y la palabra, conducen a un deslizamiento desde la revelación de lo real hacia lo simbólico, hacia la construcción de la ciencia, hacia lo que discurre la filosofía, y aquello que localiza el cristianismo tomando de alguna manera la revelación pero dirigiéndola al logos.
Rafael Casajús: Eso en el Banquete se ve muy claro cuando Sócrates cuenta que le pregunta a Diotima “pero esto es bueno o malo” y Diotima le dice “cállate, cállate, con esto de lo bueno o lo malo, la cuestión va por otro lado que es que no se puede decir eso”, toda la cuestión del límite, en referencia al límite del significante, al límite de la oposición, blanco o negro.
Gerardo García: Al par opositivo significante y no solamente al par opositivo, sino que es un límite al ideal del Soberano Bien, que está en Platón mismo, es bueno o es malo, está la referencia al par opositivo, a la estructura del significante pero incluso a su discurso en torno a la temática del bien. Hay que leer rigurosamente a Platón porque vemos que no está tan convencido del ideal del Soberano Bien porque constantemente hay un cuestionamiento en el seno mismo del Banquete, y ése es un ejemplo, un cuestionamiento a su propio discurso.
¿Qué es lo que ocurre entonces con Admeto, este señor de una gran hospitalidad y que se destaca por tener los rebaños más grandes?
Se da una situación muy extraña que trataremos de interrogar. Zeus castiga a Apolo rebajándolo a que sea sirviente de Admeto durante un año.
Hay dos genealogías- tan destacadas por Nietzsche- en relación a Zeus, una es Dionisio y la otra es Apolo, lo dionisíaco y lo apolíneo. Acá se trata de que en las últimas líneas del Fedón de Platón, cuando Sócrates manifiesta “Le debemos un gallo a Asclepio”, Asclepio -el médico sin tacha- es hijo de Apolo y está en relación a la cura y traspasa un límite que es el de resucitar a un muerto. Zeus fulmina con su rayo a Asclepio por franquear ese límite.
En venganza, Apolo mata a los Cíclopes que son los que han creado el rayo de Zeus. Éste castiga a su hijo Apolo enviándolo al Tártaro, a lo infernal, pero luego reduce su condena y le ordena servir a un mortal durante un año. Vemos cómo el asunto de la muerte está tan presente allí.
Es infrecuente que un Dios, Apolo, sirva a un mortal que es Admeto. En el curso de esa servidumbre, podemos leer que Admeto es amado por Apolo.
Se van a dar dos situaciones. Por una parte, Alcestis hija del rey de Pelea, de una singular belleza, a quién su padre dice, va entregar al hombre que logre uncir un león y un jabalí a un mismo carro. Es Admeto con el auxilio de Apolo quién logra realizar con éxito esta prueba y así Alcestis va a ser concedida como su esposa.
Ocurre que como no ha habido un sacrificio a la diosa Artemis, en la noche nupcial en vez de estar Alcestis en el lecho nupcial, Admeto se va a encontrar en su cama con un nido de víboras. Luego la cronología se vuelve un tanto difusa dado que en el día mismo del casamiento, se alerta a Admeto que la muerte ha decidido su búsqueda, es decir, la muerte como destino lo espera.
Estos son dos hechos correlativos y se da algo inédito y es que Admeto le ruega a Apolo que interceda por él ante las Moiras a quienes emborracha, sacándoles como prenda que Admeto podría evitar la muerte si alguien acude en sustitución de él. Apolo intercede en dos situaciones cruciales de la vida de Admeto quien está en el lugar de amado por Apolo.
Como las Moiras le conceden la posibilidad de ese beneficio, Admeto requiere a sus parientes, a sus padres, a sus amigos que lo sustituyan en la muerte, pero ninguno de ellos acepta su singular pedido.
Quién va a acceder a sustituirlo es su esposa Alcestis y entonces se presenta la muerte dispuesta a cortarle un bucle de la cabellera - el rito se iniciaba de esa manera-.y luego llevarla. Admeto se cruza con el padre cuando va a enterrar a su mujer y le reprocha su insensibilidad por no haberlo sustituido en la muerte. Su padre le responde que él es el ingrato, al intentar evitar el destino. Le reprocha que una mujer sea su sustituto; como si ya hubiera encontrado el método: una serie de mujeres lo podrían sustituir eternamente.
En este contexto Heracles - nombrado así por su relación a Hera y que en la mitología romana se lo conoce como Hércules – llega a la casa enlutada de Admeto sin advertir inicialmente que el duelo es por la esposa de éste. Siendo tan hospitalario aún en esas circunstancias, recibe en su casa a Heracles quién viene de realizar uno de sus tantos trabajos y en camino a otro. Cuando se anoticia Heracles que Alcestis va hacia el infierno la rescata y la trae de retorno.
Fedro, en su relato nos dice en cambio, que son los dioses, ante el amor incondicional de Alcestis, quiénes deciden retornarla a la vida.
Tenemos nuevamente el tema del amado que es Admeto, el amante que es Alcestis y la referencia a una mujer, si bien en el Banquete es predominante el amor homosexual.
Luego hay dos paralelos, uno con Orfeo que va en búsqueda de su esposa Eurídice para rescatarla del Hades, pero como se da vuelta en el camino de retorno no logra su cometido y luego las ménades lo descuartizan. A Lacan le llama la atención cómo Fedro trata tan mal a Orfeo, como un blandengue, un tibio. Los dioses del Hades le mostraron solamente el espectro de su mujer porque no enfrentó la muerte, porque no penetró al Hades como lo hizo Alcestis, sino que pretendió hacerlo en tanto vivo.
La otra comparación es la historia de Aquiles y Patroclo. Éste muere en la guerra con los troyanos y el padre de Aquiles le dice que si no mata a Héctor va a volver a su casa, va a regresar a su tierra, pero si aniquila por venganza a Héctor, morirá. Esto es lo que ocurre, Aquiles enfrenta su destino y muere por su amor a Patroclo. Aquí se trata del amor homosexual.
Fedro dice que este acto es más valorable que el de Alcestis que ocupa el lugar de amante, mientras que Aquiles, es el amado. Lo que los dioses consideran excelso, más grandioso que ninguna otra cosa, es que el amado actúe como se esperaría que proceda el amante.
Se deduce que Aquiles es el amado porque es el más joven, el que no tiene barba. Es un espejismo creer que el vigoroso se confunde con el activo, que Aquiles por ser ostensiblemente más fuerte que Patroclo no sería el amado. Aquiles es el amado y por ello los dioses alaban su acto.
Las relaciones entre erastés y erómenos, estaban altamente formalizadas en el mundo griego y de alguna manera seguía las prescripciones de un ritual. La metafísica del amor se concentraba en un gesto único, en el que el amado dona su gracia al amante. Cuando el amante raptaba al muchacho, los padres de éste prácticamente no se oponían si consideraban digno al amante. Se rechazaba la idea del placer, se trataba de una suerte de pedagogía, de una enseñanza. El amado y el amante desaparecían unos meses en el campo y luego el amado reaparecía en la ciudad con los regalos ceremoniales del amante un buey, una copa, una armadura.
Pero en el Banquete se trata de una metáfora, la sustitución del amado por el amante y una significación que es la significación del amor como lo va destacando Lacan. Este es el punto, aunque hay algo que queda allí irresuelto en la metáfora. En las jornadas presentamos con Adrián la temática de Hilda Doolittle, y recordábamos que el nombre “H.D. Imaginista” se lo adjudicó Ezra Pound, cuando ella le presenta la poesía Hermes en la encrucijada. Éste poeta norteamericano, uno de los más exquisitos del siglo pasado, radicado luego en Inglaterra y cuya muerte acontece en Venecia, dice que cuando no hay una metáfora, algo para nombrar un color emocional o sensitivo, eso me da la posibilidad de decir que los dioses existen. En definitiva, que cuando hay algo que escapa a la metáfora, eso quiere decir que los dioses existen.
Tiene el mismo sentido a cuando Lacan en R.S.I., refiere a que los dioses pertenecen al campo de lo reprimido originario, lo originario como aquello que nunca podría entrar en el orden del lenguaje, lo mismo que decíamos en el plano del significante, cuando hay algo indecible se lo va a abordar con la temática del mito, hay algo de lo real inabordable que la metáfora no puede aprehender y es esto lo que Lacan dice lo reprimido originario es Dios en persona, es la ex-sistencia de Dios. Refiere que lo que Freud aporta es que no hay Otro más que al decirlo, pero que es imposible decirlo completamente. Hay un inconsciente irreductible. Retomo lo que les dije al final de la reunión anterior. La religión dice que él ex -siste, que él es la ex -sistencia por excelencia, que es la represión en persona, lo que podemos nombrar una Urverdrängt.
Dios, nos dice Lacan, no es nada distinto de lo que hace que a partir del lenguaje, no podría establecerse relación entre sexuados.
El lenguaje es aquello en lo que se inscribe la no-relación y eso es todo lo que podemos decir de él. Dios, no está en el lenguaje.
Es lo mismo que señala Ezra Pound, si no puedo establecer una metáfora respecto de un color emotivo, esto quiere decir que los dioses existen.
Para concluir, quería destacar una otra operación de lectura en relación al detalle. Lo que recién les decía relativo a Orfeo:… Hasta tal punto también los dioses estimaban por encima de todo, la abnegación y la virtud en el amor. – se refiere al acto de Alcestis- En cambio a Orfeo, hijo de Argos le despidieron del Hades sin que consiguiera su objeto después de haberle mostrado el espectro de la mujer en busca de la cual había llegado pero sin entregársela, porque les parecía que se mostraba cobarde como buen citaredo. No tuvo el arrojo de morir por amor como Alcestis, sino que buscose el medio de penetrar con vida en el Hades.
Lo que quiero destacar -les parecía que se mostraba cobarde como buen citaredo y ¿qué es el citaredo?, digámoslo en forma simple: el citarista, el que toca la cítara
¿Por qué ese detalle de que aquel que toca la cítara es un cobarde? Extraño lo que nos refiere Platón; este es uno de los temas de la próxima reunión.
A mi criterio es Apolo. ¿En qué residiría la cobardía? Contamos con el desarrollo de Dionisio en las Bacantes y el episodio de Apolo sirviendo a Admeto en Alcestis. De su comparación sacaremos quizás alguna conclusión.
Alcibíades y Sócrates están más en la línea de lo dionisíaco. Alcibíades ingresa borracho al Banquete y caracteriza inmediatamente a Sócrates como sátiro, como sileno,
Apolo y Dionisio no se oponen, son falsos amigos y falsos enemigos a la vez y en un punto se tocan. Pero si Apolo Citaredo es cobarde, ¿que haría que Dionisio esté en otra vía? La vía que supongo es que Dionisio está en relación a la mujer y Apolo más en relación al amor homosexual. Este es el punto que me gustaría traerles la próxima reunión.
Es una página y media el discurso de Fedro y Lacan también se detiene mucho en él, como así también en el discurso de Sócrates y el de Aristófanes.
Para concluir, hay una ecuación que podemos leer al final del Banquete: no es tan interesante la sustitución de uno por el otro, sino que ese pasaje del amado al amante, esa sustitución, se realice en uno mismo.
Abril 18 de 2012.-