18 de julio de 2012

“La escritura sin velos del Marqués de Sade”

Claudia Suárez

En la reunión 16 del Seminario “Deseo y Fantasma en las estructuras clínicas” , a cargo de Gerardo García, se plantea una articulación entre la obra de Sade y de Shakespeare; en el presente trabajo no pretendo abordar la misma pero si detenerme en un  texto de Sade titulado “Filosofía en el Tocador”.
Dicha obra es del año 1785, está escrita en forma de diálogo teatral, por lo que las acciones físicas de los personajes están claramente acotadas y en su  vocabulario hay un claro recurso a lo obsceno.
Sobre dicho texto  García señala que en su escritura hay “un marcado proceso de achatamiento, de extenuación de lo metafórico, es decir una escritura que es sin astucia, sin disfraz, sin velos, el desnudamiento inmediato, hay una frontalidad absoluta de la enunciación del sexo. Es decir que tantos cuerpos, consumidos en su existencia actual, impiden que aparezcan todas las palabras eventuales, todas las palabras  aún por nacer. Hay un orden de impedimento que está presente en Sade, y eso es lo obsceno, a mi criterio, la depresión de la metáfora”.
Leer un texto conlleva una representación mental, como hijos de nuestro tiempo podemos fácilmente imaginar las escenas de Filosofía en el tocador como una película cinematográfica, tipo de producción que desde luego Sade no llegó a conocer. Entonces nos convertimos en lectores- espectadores, lugar incorporado en nuestras frases cotidianas como “hacernos la película” o “tener una película en la cabeza”.
Surge la pregunta si es posible definir a este diálogo teatral de Sade como pornográfico y qué características estarían implicadas. Dicho de otro modo ¿qué características unen a un texto y a una película sin velos?
Un análisis de la pornografía se encuentra en el artículo de  Slavoj Zizek  “El corte hitchcockiano: pornografia, nostalgia y montaje”. Este afirma que la pornografía “es el género que supone que revela todo lo que hay allí para revelar”, que no oculta nada, que lo registra todo en una cámara directa y lo ofrece a nuestra vista.
En el Seminario 11, Los cuatros conceptos fundamentales del Psicoanálisis”  Lacan señala que “En el campo escópico, todo está articulado entre dos términos que actúan de modo antinómico; del lado de las cosas esta la mirada, es decir, las cosas me miran, y sin embargo yo las veo.”
Zizek  nos dice que “la antinomia entre la mirada y la visión se pierde en la pornografía… porque es intrínsecamente perversa; su carácter perverso no reside  en el hecho obvio que llega hasta el final y nos muestra todos los detalles sucios, sino que es concebida de un modo estrictamente formal:  en la pornografía el espectador es forzado a priori a ocupar una posición perversa. En lugar de estar del lado del objeto visto, la mirada cae en nosotros mismos, los espectadores, razón por la cual la imagen que vemos en la pantalla no contiene ningún lugar, ningún punto sublime misterioso del cual nos mire. Solo nosotros miramos estúpidamente la imagen que revela todo. Contrariamente al lugar común de que en la pornografía el otro (la persona mostrada en la pantalla) es degradada a la condición de objeto de nuestro placer voyeurista, debemos subrayar que es el espectador en sí que ocupa la posición del objeto: los sujetos reales son los actores de la pantalla que tratan de excitarnos sexualmente, mientras que nosotros los espectadores, somos reducidos a la condición de objeto- mirada paralizada”.
¿Qué implica que el espectador sea ubicado en una posición perversa y qué caracterizaría a dicha posición?
En el texto de Kant con Sade, Lacan presenta su esquema sobre el fantasma sadiano, en donde se señala que el perverso se ubica como instrumento del goce del Otro.
Lacan menciona que “el ejecutor de la experiencia sádica ..su presencia en el límite se resume en no ser sino un instrumento. Pero que su goce se coagule en ella no lo exime de la humildad de un acto con el que nada puede hacer para que no se presente como ser de carne y, hasta el hueso, siervo del placer... El deseo , que es el fatuador de esa escisión del sujeto, se avendría sin duda a decirse voluntad de goce.”
Una voluntad de goce, que empuja hacia un goce que no es el del espectador.
Volviendo a la obra de Sade,  también surge otra pregunta ¿se puede comparar la misma con algún tipo de pintura?
En el Seminario 11 lacan menciona el apólogo de dos pintores. “En el antiguo apólogo sobre Zeuxis y Parrhasios, el mérito de Zeuxis radica en haber hecho racimos que atrajeron a los pájaros. El acento no se pone en modo alguno en el hecho de que esas uvas fuesen en alguna manera uvas perfectas, el acento se pone en  e l  hecho, de que incluso el ojo de los pájaros fue engañado. La prueba de ello está en que su compañero Parrhasios triunfa por haber sabido pintar en la muralla un velo, un velo tan parecido a un velo que Zeuxis, volviéndose hacia él: Vamos, enséñanos ahora lo que has hecho allí detrás. Con lo que se demuestra que de lo que se trata es de engañar al ojo. Triunfo sobre el ojo, de la mirada”.

Por la primera pintura de Zeuxis esos pájaros fueron atraídos, de algún modo la imagen los capturó, más allá de un paralelismo exacto esa captura podría tener alguna relación a lo que Zizek habla sobre los actores del género pornográfico que intentan excitar al espectador ¿no se produce ahí algún tipo de captura?.
En ambas pinturas se engaña al ojo, pero cuando se ubica la mirada en el objeto se gesta otro espacio que se manifiesta cuando los espectadores tienen una inquietud y piden “enséñanos lo que has hecho allí detrás”
Entonces Sade en sus escritos ubicaría al lector en una posición perversa porque la mirada no estaría oculta, no habría velos a diferencia del cuadro de Parrhasios que permite que ubiquemos detrás a  la mirada.
 “En Sade está la ilusión por el encuentro con el objeto pérdido ” nos dice García en la ya citada reunión. Por eso en Sade no habría lugar para el vacío y sería un intento de narrarlo todo. 
Para terminar o mejor dicho para abrir temas a un posible trabajo siguiente,  considero ahora la necesidad de profundizar en la articulación de Sade con Shakespeare, en función de lo que García plantea como las coordenadas del Seminario 7  “La ética del psicoanalisis“ de Lacan, a saber la relación al vacío y a la pérdida. Asimismo investigar una reiterada afirmación, en distintos seminarios, respecto a que el arte sería un modo de bordear un vacío.
  

BIBLIOGRAFÍA

García, Gerardo « Seminario Deseo y fantasma e n las estructuras clinicas ».  Escuela Freudiana de Córdoba. 2007
Lacan, Jacques. Escritos 2. Siglo Veintiuno Editores. Reimpresión 2002.
Lacan, Jacques.  Seminario 11 . Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós. Reimpresión 2010.
 Marqués de Sade, Filosofía en el tocador. Versión digital Librodot. com .Copyright 2002
Zizek, Slavoj Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se atrevió a preguntarle a Hitckcock, Manantial 2011.