"La intención del seminario Deseo y fantasma en las estructuras clínicas, es estimar de qué manera dos objetos esenciales a la teoría y la práctica del psicoanálisis, el falo y el objeto a, van a tener una incidencia sobre la clínica, la práctica y la teoría."
ESCUELA
FREUDIANA CORDOBA
Seminario Lacan y el Banquete
“este Sócrates
me está matando”
Dictado por
Gerardo García
1ª reunión
Hay varias cuestiones que voy a tratar
en el curso de este Seminario y una de inicio
que quiero remarcar es que como su título lo indica, si bien es un seminario en
torno a la Transferencia ,
va a estar centrado fundamentalmente en el análisis de El Banquete de Platón. Por
lo tanto hay dos textos que recorreremos con asiduidad, el Banquete de Platón y
el Seminario VIII de la
Transferencia , en el cual Lacan aborda El Banquete en las
primeras reuniones. Son textos ineludibles, al menos al Banquete lo retomaremos
una y otra vez, vamos a hacer una lectura extensa de cada uno de los discursos
o elogios.
Una otra cuestión es que al año
siguiente de que fundara la
Escuela en Córdoba, en
1996 dicté un seminario que se llamó “El amor en el discurso en la práctica
analítica” –han pasado ya 16 años de ese seminario…suspiran algunos (risas)… ese seminario es el que van a trabajar en Mendoza
este año, del que voy a dar la clase
inaugural el viernes 30 de marzo y en el cual el seminario actual toma apoyo.
Esos suspiros me hacen evocar un
texto, que tuve oportunidad de mencionarles en otras reuniones y que Lacan también
lo aborda, es un texto de Kierkegaard, De la Tragedia, donde lanza al mundo su
heroína trágica, Antígona. Se los recomiendo vivamente, tengan en cuenta cómo esta presentación que
nos hace Lacan del Banquete en el seminario VIII, es inmediatamente después del
seminario de la Ética, donde también aborda Antígona. Éste es un punto que
tenemos que considerar.
Recuerden que en el orden de la
transmisión, Freud comienza con la estructura de lo simbólico, el lenguaje y la
palabra, con los textos mayores ligados al significante: el sueño, el chiste y la Psicopatología de
la vida cotidiana, mientras que Lacan comenzó la suya en relación a lo
Imaginario con la fase del espejo hasta el ´53, cuando aparece “Función y campo
de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” momento en el que Lacan comienza a dar
privilegio a lo simbólico. Les decía, en el seminario VII, La Ética del
psicoanálisis, cuando retoma el Proyecto de psicología para neurólogos de 1895
de Freud, es cuando comienza a dar un estatuto marcado a lo real, por más que R.S.I.
ya estaba presente en artículos del ´53, pero acá se topa con Das Ding, con La Cosa , y desde esa perspectiva
el seminario de la Transferencia
está fuertemente influenciado por el seminario anterior, la Ética del psicoanálisis.
Recién me preguntaban si iba a tomar
alguna parte del seminario de la Transferencia. Recuerden cuál es su
estructura:
la 1ª parte es
el análisis del Banquete,
la 2ª, cuando
Lacan toma el falo y el objeto a para reconsiderar la castración en psicoanálisis,
la 3ª :la
trilogía de Claudel, donde va a repensar el Edipo freudiano.
La última
parte es en la que toma la diferencia entre la I en relación a la identificación y a minúscula
en relación al objeto.
Quiero
remarcarles que I va a retomar en el
seminario siguiente, el de “La Identificación” y el objeto es lo que retoma en
el seminario X, “La Angustia ”.
Es a partir de estas consideraciones en torno
al objeto que se va a desencadenar la interrupción, la interdicción de la
enseñanza de Lacan, en ese punto de clivaje entre el seminario de “La Angustia ” y el de “Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” con la clase inaugural del seminario “Los nombres
del padre”.
Es allí donde se interrumpe su
enseñanza cuando se despliega la temática de lo real, que trato de remarcarles,
el estatuto del objeto, donde comienza a tener dificultades en la transmisión,
porque tomar este estatuto del objeto implicó cuestionar manifiestamente,
radicalmente la estructura religiosa de la I.P .A.
No voy a abordar por completo el
seminario de la
Transferencia , pero les recuerdo la última parte: la
reflexión sobre el duelo y la distinción entre la identificación al analista I, y a que va a derivar en una pregunta por el estatuto del objeto en
psicoanálisis, que tuvo las consecuencias que les relataba.
Cuando les recordaba el texto de
Antígona de Kierkegaard, tenemos que tener en cuenta cómo Lacan no sólo
incursionó en Platón, sino que al menos son siete los filósofos que Lacan aborda extensamente, por más que se
diga Lacan antifilósofo. Platón en este seminario, Aristóteles en el seminario
de la Ética y en el Aún; el abordaje de
Hegel con la dialéctica del amo y del esclavo;
Kant, en Kant con Sade; Descartes, Kierkegaard y Heidegger, es decir que hay
también una intención que es la de Lacan de interrogar la filosofía, aunque
después se concluya en esta frase que a veces se reitera, Lacan antifilósofo.
Kierkegaard nos presenta el análisis
de la repetición, el concepto de la angustia, y con su heroína, Antígona, nos
demuestra que existen muchas clases de dialéctica y que cada pasión tiene la
suya.
En De la Tragedia se pregunta por la
audiencia, no lo dice en estos términos, porque lo presenta en el plano de la
escritura. A quienes se dirige en relación a los escritos que nombra póstumos
es justamente una suerte de cofradía que Kierkegaard delimita, algo análogo a
lo que ocurre en el Banquete, no algo dirigido a un público general sino a un
Publicum, en su condición reducida y acotada, alguien que pueda escuchar. Y de
algún modo yo me dirigiría a uds. en esos términos que Kierkegaard va a buscar
en El diálogo de los muertos de
Luciano de Samosata, una cofradía, así los ubico a uds. como si fueran una cofradía
de muertos, de cosepultos. Esto tiene su interés en el sentido que es un
público en el cuál esa disposición a la muerte está presente, de lo contrario
no seguirían por tantos años el Seminario si no estuviera esa disposición, ese
lugar, donde la muerte es una condición. Palabra interrumpida, discontinua,
desprolija, póstuma, ligada a la
dimensión poética, donde entre lo dicho, lo escrito, y la personalidad poética
hay determinadas correspondencias, correspondencias que también habitan en la
audiencia no por razones de semejanza y espejo, sino por una cuestión de
proximidad y vacío, que implica esa disposición, esa condición mortal a la que
todo analista debería aproximarse y que si no la tuviese las dificultades en la
escucha serían más que manifiestas.
Cierta
exigencia fatal de la transmisión en este lugar ruinoso que llamamos Escuela,
donde la nombrada dimensión poética no tiene una relación sospechosa a la
estética, sino a los efectos de transitoriedad en el que he insistido hasta
constituir este lugar desamparado. ¿No nos enseña Freud acaso que en la
caducidad reside la posibilidad del porvenir?
Kierkegaard en
El diálogo de los muertos de Luciano de Samosata es donde encuentra esa
cofradía a quién dirigirse-los que tienen por destino común el morir-y Platón en
el Banquete, en esas intervenciones, en esos discursos elogiosos en torno al
tema del amor de alguna manera se dirige a aquellos compañeros de la muerte,
gentes escogidas que se han anticipado al sepulcro.
El tema del amor, del Eros platónico, conduce irreversible, inexorablemente, a la
temática de la muerte; tomen eso en cuenta.
Lacan destaca al inicio del seminario de la Transferencia , que Freud se sirve de Eros y Sócrates también.
Hay un primer movimiento que es aquél de servirse de Eros y éste servirse de
Eros conduce a uno y otro a la temática de la muerte. Se trata de un movimiento
interesante: Eros no es rechazado, tanto Freud como Sócrates, para servirse de
Eros primero lo sirven a él. Este servirse de Eros conduce a la muerte.
En Freud, de
una manera menos marcada y es que en relación a la temática de Eros es
conducido luego hacia la temática de la pulsión de muerte.
En Sócrates es
mucho más evidente: la desembocadura de su vida en la condena a una muerte que
podría haber evitado, una muerte que no es una muerte voluntaria pero que se
aproxima a una condición voluntaria, ya que cuando tiene que hacer defensa de
las imputaciones que se le hacen, lo que viene a decir, es que él es el
ciudadano que más servicios ha brindado a Atenas, ésa es su defensa que no es
una réplica de lo que se le imputa. Esa condena a muerte podría haber sido
cambiada por otra forma de condena como el exilio, sin embargo desemboca en la
muerte.
La temática de la muerte es manifiesta,
no sólo en el Banquete, sino en Fedón, el discurso sobre el alma, donde Platón
lo enuncia de una manera tan explícita que llama la atención el porqué no ha sido suficientemente destacada, se los leo,
dice así: “Cuando se entera de su condena a muerte, -hay un intervalo entre la
condena y la muerte efectiva- le surge a Sócrates una visión en los sueños donde
los dioses le dicen que trabaje en componer música. Él tenía la idea de que la
filosofía era la música más excelsa, pero pensó que sería mejor antes de morir
dedicarse a la música popular”. La música popular hace referencia a la poesía y
en el sueño se le enviaba un deber religioso que era componer música, poesía.
Sócrates ha compuesto poemas poniendo en verso
las fábulas de Esopo y además un himno a Apolo, pero nos dice que no lo ha
hecho por convertirse en rival de Eveno, ni tampoco de sus poemas, sino por
obedecer al ensueño. Y luego agrega:
“Si es hombre
sensato que me siga lo más rápidamente posible, me marcharé según parece hoy,
puesto que lo ordenan los atenienses”.
Esta referencia de que “si es hombre sensato
que lo siga lo más rápidamente posible…”, implica por lo tanto que lo siga a la muerte.
Como sus
discípulos le dicen que no creen que Eveno se mostrara dispuesto a ello,
Sócrates replica que esa es la tarea del filósofo, “pues el que los hombres más
sensatos no sientan enojo en abandonar esa situación de servidumbre en la que
tienen por patrones, a los mejores patrones que hay, los dioses, no tiene
explicación porque no cabe que el sabio crea que él cuidará mejor de sí mismo
al estar en libertad”. Según esto es lógico que a los sensatos no les cuadre
sentir enojo por morir.
Dice: “Me
llama la atención que pase inadvertido a los demás que cuántos se dedican por
ventura a la filosofía, en el recto sentido de la palabra, no practican otra
cosa que el morir y el estar muertos, y si esto es verdad sería un absurdo el
que durante toda su vida no pusieran su celo en otra cosa sino ésta y que una
vez llegada la muerte se irritasen con aquello que de tiempo atrás anhelaban y
practicaban”
No ha sido tan subrayada esa referencia a la filosofía que es practicar
la muerte y estar muerto; sí ha sido enfatizado el final del Fedón sobre todo
por Nietzsche que se enoja manifiestamente
con Sócrates porque al final, en sus últimas palabras le dice a Critón: “Ah, no
olvidemos que le debemos un gallo a Asclepio.”
Asclepio es el
médico sin tacha, aquél que cura y entonces Nietzsche se asombra de cómo el
filósofo que está en relación a lo vital, a lo dionisíaco, a la vida, sin
embargo al final del recorrido, en el instante último, sus palabras son “Ah, le
debemos un gallo a Asclepio”.
Si aquello que cura, interpreta
Nietzsche, es la muerte, quiere decir que la vida es una enfermedad, con lo
cual se establece esa relación tan ambigua de Nietzsche respecto de Sócrates e
incluso del mismo Lacan, de allí el epígrafe del seminario “este Sócrates me
está matando” o bien como Lacan lo dice textualmente: “este Sócrates está acabando
conmigo”.
En el curso del seminario, Lacan se
pregunta, pero ¿qué tiene este tipo? Las preguntas van hacia un mismo punto
¿qué tiene este tipo?, en este cruce de Eros, la seducción y la muerte.
Esta parte final del Fedón Nietzsche
la destaca, de la misma manera en que se pone en correspondencia la parte final
del Fedón con la parte final del Banquete que es aquella en la que todos se han
quedado dormidos, algunos ebrios, dormidos sobre la mesa o tirados en el suelo o
bien reclinados en sus sillones, en sus triclinas donde los griegos comían y bebían, y
el único que al amanecer continúa despierto y se marcha caminando solo, es
Sócrates.
Algunos han interpretado que El Banquete de
Platón, en esta última parte prefigura lo que va a ser luego la muerte de
Sócrates, levantarse en soledad en plena madrugada e irse caminando.
Nietzsche opina que la seducción que
Sócrates ejercía sobre los atenienses estos jóvenes, pero no solamente en sus
contemporáneos sino luego de su muerte, es su actitud ante la muerte, esta determinación
indeclinable respecto de ella. “Este encantador de ratas” como lo llamó.
Este ateniense que hacía que temblaran y
lloraran los jóvenes más apuestos, pero ¿porqué esa seducción? No quedaba muy
claro porqué la seducción de Sócrates.
Tal cual lo pinta
Jenofonte, e incluso el mismo Platón, Sócrates era un hombre de lo más
horrible, con ojos de cangrejo, labios abultados, el vientre prominente y
colgante.
Llama la atención la caracterización de la
fealdad de Sócrates que contrasta con la idea de la belleza helénica, de la
belleza de los griegos. Contrasta la descripción del más seductor de los
atenienses con su condición de ser monstruosamente feo. Incluso un fisonomista
que lo va a retratar, Zópiro, dice que más allá de su imagen que es tan fiera,
él supone que dentro suyo hay un monstruo libidinoso y horrendo y Sócrates le
dice “Ud. me conoce bien Señor mío” -risas-
Así nos vamos aproximando a la parte
final del Banquete, a la parte elidida en general por los comentadores, y que
es aquella que luego de los discursos
elogiosos en torno al tema del Amor, tenemos la irrupción, la entrada de
Alcibíades que nos dice su dolor, que sangra de una extraña herida y es porque
Sócrates no le ha dado una respuesta en el plano del Amor. En esta parte del Banquete nos vamos a detener manifiestamente
en otro momento pero se los recuerdo porque Alcibíades dice que más allá de la
caja rústica que es el rostro de Sócrates, -comprenderán que hace referencia a
los ojos de cangrejo, a los labios prominentes y a su vientre abultado,
colgante- él supone que habita en su interior el agalma, el agálmata.
Pero en la parte previa a este
episodio contamos con los diferentes discursos, los elogios del Amor. Nos vamos
a dedicar cada reunión a un discurso.
El
primero de los discursos es el de Fedro, un discurso en torno a la religión, es
el teológico; el segundo el de Pausanias es el discurso político y que Lacan
caracterizó como el de la psicología del rico; el tercero sería el de
Aristófanes que es el poeta cómico pero hay todo un juego de palabras donde
Pausanias hace una pausa y cuando Aristófanes va a hablar tiene un ataque de
hipo y no puede continuar. Así es sucedido por Erixímaco que es el discurso
médico, luego sí viene el discurso de Aristófanes, después el de Agatón que es
el poeta trágico y más tarde es cuando toma la palabra Sócrates y a poco de
iniciar el encomio hace hablar por él a
Diotima que es una mujer, una maga de Mantinea que Sócrates dice que le ha
enseñado en torno al tema del Amor y va a manifestarse sobre aquello que le ha
enseñado y finalmente es cuando se da la
irrupción de Alcibíades.
Esa es la estructura del Banquete,
primero están los discursos elogiosos en torno del Amor y luego la condición de
irrupción que tiene la entrada de Alcibíades borracho con un cortejo de flautistas,
coronado con hiedras como si fuera un sátiro, un fauno que irrumpe y entonces
la escena cambia por completo porque del discurso idealizante del Amor se llega
a otro nivel, a aquello que ha ocurrido bajo las sábanas, de lo que se lamenta Alcibíades es de un hecho muy
concreto y es que Sócrates no se ha erectado, que no ha dado una respuesta y
por tanto él viene a decir ante este Publicum lo que le ha ocurrido, su dolor
de hombre humillado ante la no respuesta de Sócrates.
Si todos los demás
discursos van en el sentido de la belleza del amor homosexual y de allí de los
cuerpos bellos, a la belleza en general, y de la belleza al Bien en un discurso
ascendente hacia lo ideal, con la irrupción de Alcibíades, que es justamente lo
que han elidido los comentadores del Banquete- pasamos del mundo celestial, ideal al mundo
terrenal, a lo que ocurre en la cama, entre dos sábanas y lo que se dice de eso.
Esa es la estructura formidable del Banquete.
Otras indicaciones, simplemente algunas
referencias que quiero darles para la lectura, es que creo que ha sido Lacan
uno de los pocos que ha hecho hincapié en el Banquete respecto del tono de
comedia y bajo esa referencia hay que leerlo. Es uno de los pocos que han dado
en el clavo, en la tecla al hacer esa lectura donde lo que está en juego es la
comedia, el estilo fundamental es de la comedia. Recordemos el final del
Banquete cuando ya todos están dormidos y los únicos despiertos son Aristófanes
el poeta cómico, Agatón el poeta trágico y Sócrates y lo que éste les dice es
que el poeta cómico debe componer comedia y tragedia y a la inversa, el trágico
debe componer tragedia y comedia.
Lacan entrevió el tono de comedia siguiendo
una sugerencia de Kojève, quien le dijo al pasar que nunca interpretaría el
Banquete si no deducía porque Aristófanes tenía hipo. La otra cuestión que quiero remarcarles es que
hay una progresión de los discursos, que no están aislados entre si, cada uno
encerrado en su condición, siempre hay un paso que se da, un discurso dialoga
con el anterior y hay una progresión en el orden de los relatos. Como les dije
en la contratapa de Estética de la melancolía, hay un paso en el sentido
filosófico del término, donde hay un pasaje, la emergencia de algo nuevo.
Asimismo, señalarles que El Banquete es
un texto que hay que leerlo en correspondencia con algunos escritos de Freud,
fundamentalmente dos: Observaciones sobre el amor de transferencia y La
iniciación del tratamiento. El primero es aquél donde Freud autentifica la
verdad del amor de transferencia, da sanción de verdad al Amor que se
manifiesta en la transferencia y por eso les decía que tanto Freud como Sócrates primero sirven
a Eros para luego servirse de él.
Una otra cuestión, cuando se refiere a
Amor en el Banquete, recordar que amor es situado como un dios primero, que a
la vez contamos con dos Afroditas, que Eros es un semidios, maligno, diabólico; que tenemos que
pensar si el amor es un dios o no lo es, cuestiones que tendremos que transitar
y hacen a la riqueza y a la complejidad del Banquete.
También lo que Lacan lee es que se opera
una sustitución, una metáfora que es la sustitución de un significante por
otro, de una palabra por otra con la emergencia de una significación nueva. Se
los escribo para ver cómo la estructura se puede acomodar a esas sustituciones a lo largo del Banquete.
Si al principio fue el
amor, la referencia a la irrupción del Amor en el campo del análisis, es Ana O,
Bertha Pappenheim, la irrupción del amor en pleno trabajo del análisis.
A Breuer, dice Lacan, algo
le viene de su familia: “te ocupas demasiado de Ana O”, lo que lo lleva a interrumpir
ese análisis, va a decirle que ya no va más esa cura por la palabra y ella
dice:“ahí viene el niño de Breuer”. Allí tenemos el embarazo psicológico o
pseudociesis que hace que ese buen hombre y mejor padre se aleje espantado de
la escena.
Freud, por el contrario, en vez de
retirarse de la escena se sirve de Eros. Por eso tenemos esta sustitución de
Breuer por Freud y la emergencia de una significación nueva en el plano de la
transferencia, no se trata de rechazar el amor como hizo Breuer, no, lo que hace Freud es autentificar ese amor,
que es un amor espontáneo, arbitrario, como el amor de todos los días, podríamos
decir cotidiano, pero es auténtico.
¿Qué tiene de artificial? Que aparece
dentro de este artificio que es el dispositivo analítico, en un lazo social no
convencional, tan extraño que hace que dos personas estén encerradas en una
habitación en forma más o menos regular durante un tiempo bastante considerable
y dentro de ese dispositivo se despliega ese amor que es auténtico, espontáneo, ilógico, ciego,
loco, que es el amor de transferencia. Lo único artificial es el dispositivo, ese
invento de Freud que ha tenido tantas consecuencias.
Entonces dice Freud que no hay que
responder a ese amor pero tampoco hay que rechazarlo y tenemos esta
sustitución, nos dice en beneficio de la cura. No da ninguna razón moral para
no responder a ese amor. Se trata de que se traiciona la asociación libre por
una parte, no es una cuestión de una moral, sino que va en sentido opuesto al
dispositivo; y por otra parte dice que el analista debiera saber que no depende
de los encantos de su persona, sino de ese artificio y así se produce esa
sustitución del amor por la cura.
Pero a la vez, Freud mismo nos
sorprende porque nos dice que no se debería estar prejuiciado por un furor
sanandi, no se tiene porqué estar tan preocupado por la cura y entonces
deducimos de que la cura tiene otro sentido y tenemos que interrogar de que
cura se trata si no tenemos que estar en relación al furor sanandis. Allí damos
un paso más y ya veremos que la cura no
es sino el estatuto de la castración. Buscando la plenitud del amor, se va a
encontrar con aquello que le falta.
Para concluir les voy a relatar uno de
los discursos que me parece de los más interesantes dentro de estos elogios,
uno de los encomios donde se introduce la relación de la mujer al hombre y del
hombre a la mujer, que es el discurso de Aristófanes.
Cuando se habla del amor en
el Banquete se habla sobre todo del amor homosexual, en relación a la Paideia , del joven efebo
que todavía no le ha salido la barba, la importancia de si le ha salido o no la
barba-. Se trata del amor homosexual entre el hombre maduro, el educador y el
educado.
Es decir que el discurso de Aristófanes es uno
de los pocos que hace referencia a la relación de la mujer y el hombre, y lo
hace bajo la forma de lo que Lacan nombra la esfera irrisoria. A continuación
de los discursos de Fedro y Pausanias tendría que proseguir el de Aristófanes , pero
éste es atacado por el hipo y Erixímaco que es médico le dice que tome unos
tragos de agua o recurra al estornudo y mientras
tanto él va a decir su discurso.
Lacan lee en relación al hipo de
Aristófanes que se desencadena porque se muere de la risa, no puede creer los
discursos de quienes lo preceden en torno a la idealización del amor, al amor venturoso,
al amor religioso, y que esto le causa muchísima gracia por eso no puede decir
el suyo. Cuando al fin se manifiesta lo
que ubica como esencial en la temática
del amor, es la existencia en un momento inicial de unos seres extraordinarios a los que llama
andróginos, andro: hombre y gino: mujer.
Son seres esféricos, de
allí la irrisión de la esfera, con cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas,
que se manejaban de una forma muy soberbia, que rodaban sobre sus ocho miembros,
pudiendo desplazarse rápidamente y estaban soldados por sus espaldas. Imagen
que a Lacan le evoca lo que todavía puede apreciarse en nuestros días cuando
los clowns ingresan a la pista del circo abrazados, enganchados de dos en dos,
acoplados por el vientre, arremolinando los cuatro brazos.
Al ser tan arrogantes Zeus decide castigarlos
realizando la bisección de estos seres y así tenemos al hombre y a la mujer,
buscando desde entonces cada uno su mitad seccionada para siempre.
Eso fue la vulgata del mito del
andrógino, que a veces da cuenta del amor platónico, de la media naranja, del
tú y yo de las tacitas de café, pero nos vamos a detener cuando veamos este discurso
que va más allá de esta vulgata, por ejemplo lo que dice Zeus si mantienen su
comportamiento arrogante, va a redoblar la división, los va a dejar como en una
taba cortados a la mitad como si fueran esos pescados de un solo ojo, quedando
reducidos a una simple lámina.
Así como ha sido elidida la entrada,
la irrupción de Alcibíades que grita su desazón, también se ha elidido un
detalle importante y es que Zeus le ordena a Apolo, una vez que ha hecho el
corte, que gire la cabeza de ambos en dirección al corte para que siempre
tengan presente esa sección de sí mismos al encontrarse, enfrentados ahora a
cierta condición horrenda, porque pareciera que no existían plásticos
detallistas en la antigüedad: tomaban todo el cuero, le hacían un nudo y luego
un agujero que es el ombligo y le giraban la cara para que su sección y su
agujero estuviera siempre presente en el encuentro. Al estar los órganos
sexuales del otro lado se hacía dificultoso el encuentro, hasta que en un
momento dado se apiada y por pudor los cambia de lugar evitando también que al
parir los hijos, al no poder ser retenidos cayeran al suelo, crecieran en la
tierra.
Ese mito de la posibilidad
de hacer Uno, ha estado de alguna manera en un campo de ficción tan manifiesto,
donde vendría como posibilidad el uno inicial, mientras el corte, la sección
marca la imposibilidad de hacer uno.
Algo ameno que me agrada comentarles, es
lo que piensa que ha ocurrido con esta bisección, como si fuera la tessera
hospitalis de los romanos, un disco que se cortaba en dos y se daban entre
amigos, conocidos, familiares; cuando un visitante se iba de la casa llevaba
consigo una parte y la otra quedaba en la casa. Al cabo de un tiempo si ese
visitante o un familiar suyo regresaba, traía su parte del disco y si
coincidían las mitades era bien recibido. Es así cómo va ubicando las
relaciones del hombre y la mujer, como si existiera dentro de uno y otro esa
especie de tessera, dice Aristófanes la contraseña, el symbolon que permitiría
la entrada del otro y que aún en su irregularidad permitiría el encuentro.
Para concluir, los dejo con
una de las imágenes más bellas que Platón nos ofrece en este discurso: Imagina
al hombre y la mujer recostados en un mismo lecho cuando se ven sorprendidos
por la presencia entre ellos de Hefesto con sus instrumentos que les pregunta
¿qué quereis?
Si acaso lo que desearan es
unirse mutuamente lo más que sea posible, de suerte que de noche, ni de día, ni
en el cielo ni el Hades se separen, estoy dispuesto a fundirlos con mi fragua.
¡Mirad si es esto lo que
deseais!
21 de marzo 2012 Desgrabación: Ángela
Romero
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